Ella cuenta...
que desvistió su alma a plazos; y renunció a vivir de alquiler... Lo dejó todo pasar mientras lo paladeaba. Casi siempre sonreía enterita; los días impares más. Media luna para una cara salpicada de pecas, según la estación; dibujada por manos variables, y contada de diversas formas… Lloraba cuando marcaba puntos suspensivos con las suelas de los zapatos, cuando dejaba atrás, cuando nadie podía verla.
Tenía una gorra nueva para esconderse. Quería mucho a aquella pequeña roedora, amante del queso y los escáneres de cerebro. También lloró delante de él, quince horas antes, y quince después, se deshizo al ver atardecer desde la azotea del edificio de trece plantas, con el cigarro en la comisura de los labios y el vértigo a menos de tres centímetros. Desde el bajo no se aprecia el rosa del atardecer de Madrid en horizontal, marcando la línea que separa esta ciudad de aquella que invento. De aquella en la que ahora estás, o de la mitad de ninguna parte...
Ella cuenta... Que quizá le arrancó ciento-dos sonrisas en aquel vendetta con luz de neón, o quizá ciento-cuarenta-y-dos. Cerrando los ojos sólo recuerda aquella luz perfilando tu silueta preciosa. Y las calles mojadas a máquina, y el viento de madrugada, y tu respiración cerca... "gracias por conseguir seguir andando, a tres pasos por hora, de sol a puerta de toledo, con el nudo en el estómago, como un nudo de corbata que te aprieta el cuello... eres tan grande, en medio de tantas otras cosas pequeñas, preciosas..."
Creo que ganó su primer aliento de vida, a cambio de dar todo por todo lo que le apasionara. Y bien, ella ganó, ganándole y dejándose ganar, abriendo su alma en canal para que bebiera de ella. Él y el resto de gente que le regalaba sonrisas de media luna entera.
Ella cuenta... que de vez en cuando se cerraba en banda. Esto pasaba cuando no quería darse la vuelta en las estaciones grises en días medianos, cruzando plazas circulares con bares estilo Coixet (y tú dices que no…), o esperando que los cajeros funcionen. Estuvo a punto de perder un ojo esperando a que saliera el ticket… Y se ríe contigo, ¿sabes?
Y ella cierra los ojos cuando cuenta... que aún tiene en suspenso tus manos en su costado; y tus labios a tientas. Cierra los ojos fuerte para no perder tu voz enredándote con ella, a bocanadas, a suspiros, con murmullo de aire contenido, y murmurando, las ganas de decirte con los ojos más-de-dos-te-quiero-seguidos-mirándote-muy-cerca
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Hoy he pensado que es bonito definirte como “espectáculo” (ya te lo dijeron…), y hablar del futuro antes de las tres de la mañana, y hacerlo desde la boca de ferreiro, y nunca de la mía, que desvaría según me mires de lado o de frente, según tenga un mucho o un poco de sueño… que “el futuro solamente podría convertirse en nuestra suerte”… ¿Sabes? De todas ellas prefiero quedarme con eso de que: lo nuestro es una manera de emoción… Y que esta noche hace fiebre y te tengo ganas. Y no me sale escribir mucho más, ni mejor…