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miércoles, diciembre 28, 2005


Tengo frío.
Tanto porque echo de menos tenerte en el costad
o. Se queda frío cuando no empuja tu cadera.
Porque es genial que me perdones, por empujarte cuando compartimos pasos.

Tengo tanto frío que me pregunta Tere si ese es siempre el color de mis manos.
Las aborrezco pero sólo tengo éstas, de otra manera no se me ocurre con qué parte del cuerpo podría pasar
página.

O escribir, o leer, o recrear; también abrazar, o agarrar tu cuello para besarte, o para retener tu frente en la mía un ratito.

Tengo frío en casa, y escribo cubierta hasta la cintura con el edredón. La calle no lo mejora, si entre tanta tienda nadie mira a los ojos buscando historias. Quizá es que ya no se lleva inventar en los ojos de nadie.

Yo quiero un catalejo por navidad, para buscarte la mejor estrella de regalo, tenerla en vista, situarla, hasta que puedas subir a verla conmigo.

Mientras tanto, busco calor entre letras y dibujo caligrafías diversas.

¿Te he dicho ya que echo de menos tu risa de frío, de madrugada?


a dos partes de una multitud

Los dos universos que ayer me llegaron

Ella habla con su mano y le susurra cosas. Cosas como que quiere que desaparezcas cuando te fotografíe. También canta a la manopla blanca de pelito y se rie a carcajadas antes de comprobar si estás dentro del café. Pero dentro del café casi siempre hay un terrón que se deshace, y leche, y posos de café. A veces está más cerca, y otras, se queda callada, mirando la pantalla de cine. Le gusta Bergman. Quiere otra agenda fnac y que nos devuelvan la garantía que prometieron. Debemos un moleskine mediano, en lugar de una agenda finita. Hace mucho que no me recomienda música, pero yo hoy le mando una de architects in helsinki, como su padre, pero su padre aunque ella dice que es esquimal, creo que es de aquí. Ella creo que no es de ninguna parte, quizá de ella misma, si tuviera que encuadrarla. Y catedrática de una universidad norteamericana.


Ayer también vi a un chico que hablaba con sus zapatos. Le veo a ráfagas y en intermitencias. A veces por casualidad, a veces me gustaría romper distancias impuestas por situaciones ajenas a nosotros. Nos reíamos mucho, antes, durante dos años requetevividos, requeteviajados y renqueando entre bares, bibliotecas de al lado, y sofás de casas-situación, siempre riendo, unidos por ella y por la condición de roedores. Con mochila. Con negocios, con muchos libros. Con Rayuela siempre entre las manos, cabreado por un mundo injusto, peleando con niños que le adoran. Le echo en falta aunque las circuntancias me hagan morderme la lengua a veces. Muchos cafés, algunos after eight, videoclips de def leppard, y trenes a la toscana, sin óscar y sin porros. Y un abrazo a veces... echo en falta esta parte de mi universo. Y me hace pensar porqué algunas personas se quedan por el camino y apenas importa, y cómo otras se desprenden solas y nunca dejan de importar...

Es curioso


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jueves, diciembre 22, 2005


autoretrato de despedidas


Ella cuenta...
que desvistió su alma a plazos; y renunció a vivir de alquiler... Lo dejó todo pasar mientras lo paladeaba. Casi siempre sonreía enterita; los días impares más. Media luna para una cara salpicada de pecas, según la estación; dibujada por manos variables, y contada de diversas formas… Lloraba cuando marcaba puntos suspensivos con las suelas de los zapatos, cuando dejaba atrás, cuando nadie podía verla.

Tenía una gorra nueva para esconderse. Quería mucho a aquella pequeña roedora, amante del queso y los escáneres de cerebro. También lloró delante de él, quince horas antes, y quince después, se deshizo al ver atardecer desde la azotea del edificio de trece plantas, con el cigarro en la comisura de los labios y el vértigo a menos de tres centímetros. Desde el bajo no se aprecia el rosa del atardecer de Madrid en horizontal, marcando la línea que separa esta ciudad de aquella que invento. De aquella en la que ahora estás, o de la mitad de ninguna parte...

Ella cuenta...
Que quizá le arrancó ciento-dos sonrisas en aquel vendetta con luz de neón, o quizá ciento-cuarenta-y-dos. Cerrando los ojos sólo recuerda aquella luz perfilando tu silueta preciosa. Y las calles mojadas a máquina, y el viento de madrugada, y tu respiración cerca... "gracias por conseguir seguir andando, a tres pasos por hora, de sol a puerta de toledo, con el nudo en el estómago, como un nudo de corbata que te aprieta el cuello... eres tan grande, en medio de tantas otras cosas pequeñas, preciosas..."

Creo que ganó su primer aliento de vida, a cambio de dar todo por todo lo que le apasionara. Y bien, ella ganó, ganándole y dejándose ganar, abriendo su alma en canal para que bebiera de ella. Él y el resto de gente que le regalaba sonrisas de media luna entera.

Ella cuenta... que de vez en cuando se cerraba en banda. Esto pasaba cuando no quería darse la vuelta en las estaciones grises en días medianos, cruzando plazas circulares con bares estilo Coixet (y tú dices que no…), o esperando que los cajeros funcionen. Estuvo a punto de perder un ojo esperando a que saliera el ticket… Y se ríe contigo, ¿sabes?

Y ella cierra los ojos cuando cuenta... que aún tiene en suspenso tus manos en su costado; y tus labios a tientas. Cierra los ojos fuerte para no perder tu voz enredándote con ella, a bocanadas, a suspiros, con murmullo de aire contenido, y murmurando, las ganas de decirte con los ojos más-de-dos-te-quiero-seguidos-mirándote-muy-cerca

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Hoy he pensado que es bonito definirte como “espectáculo” (ya te lo dijeron…), y hablar del futuro antes de las tres de la mañana, y hacerlo desde la boca de ferreiro, y nunca de la mía, que desvaría según me mires de lado o de frente, según tenga un mucho o un poco de sueño… que “el futuro solamente podría convertirse en nuestra suerte”… ¿Sabes? De todas ellas prefiero quedarme con eso de que: lo nuestro es una manera de emoción… Y que esta noche hace fiebre y te tengo ganas. Y no me sale escribir mucho más, ni mejor…


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miércoles, diciembre 21, 2005


tengo los ojos hinchados, la boca seca, la garganta latiendo hacia la nariz, en un compás incómodo...
la horizontalidad me lleva de nuevo a la horizontalidad medida por tiempo indefinido
hace un día precioso
de esos que mola pasar despacio a toda costa
me falta chispa para escribir
chispa para casi todo


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martes, diciembre 13, 2005


no más gritos

Arrancó de cuajo una estrella. Le habían enseñado a quitar las cosas con cuidado. Coloreaba sin salirse de las líneas, yo nunca supe hacerlo. Era meticulosa, pero yo jamás lo fui. Con el tiempo se aprende a medir más; ella en cambio, ha adoptado mis costumbres y me gana en desorden...


Me inventaba los cuentos que le contaba, y se asustaba cuando entraba en la habitación tatareando la música de Eduardo Manostijeras, o le contaba que las muñecas de porcelana que nos habían regalado nuestros tíos -creo- se descolgaban de la pared por las noches, después de haberse pasado todo el día observándonos, para pasearse por el alféizar de la ventana. Lloró. Y yo no me podía contener la risa... Pero ella guardó las muñecas en un cajón. La mía llevaba un vestido de pantalón de rayas verde chillón y negro. No recuerdo cómo llevaba el pelo, sólo su cara, la pálida porcelana china sosteniendo unos labios del rojo de los chapines de dorothy, la niña de Oz. La muñeca de mi hermana, en cambio, era mucho más bonita.

En tonos rosas, y sonreía. Terminé cogiéndole cierto cariño (a la muñeca, no a Martem), quizá era respeto, es cierto; lo cierto es que shhh... a mí también me daba muchísimo miedo.

Algunas veces, en verano, cuando dormimos juntas, ella se pide dormir cerca de la puerta, y yo, pegada al balcón, y aún me sorprendo intentando asustarla moviendo con el pie, al final de la cama, el visillo blanco, cuando me doy cuenta de que no está dormida y que en la buhardilla, como el suelo es de madera y cruje, se oyen pasos tardíos que resuenan en todo el cuarto... ¡Belén para! y se mete debajo de las sábanas. Sonrío cuando me acuerdo. La verdad es que disfruto con esas pequeñas cosas. Quizá es porque los momentos buenos con las personas que más queremos pero que nos saturan día a día, se saborean de maneras extrañas, gota a gota, y muy de vez en cuando.

De pequeña llegaba a casa siempre con algún regalo espectacular de la guardería. "Es la tómbola", decía con sus ojos de cristal verde. Yo la creía. Bueno, en realidad, siempre me lo termino creyendo todo... hace pocos años, me soltó entre risas que lo robaba todo a los otros niños.
Pero yo nunca le he dicho que me asustaba la muñeca china del traje de rayas...

Si es que, al fin y al cabo, siempre nos reímos de las mismas cosas...


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lunes, diciembre 12, 2005


Té azul de canciones

"TE"

Te
ngo la boca aún sangrando,
de querer
te; de decirte, de repetirte...
de hacer listas ciegas de palabras inconclusas y frases-guía.
Tengo en la mente el recuerdo de haberme perdido "flores rotas", y cuesta arriba, reitero el quererte
Agarro fuerte el estandarte de amar
tu risa (arañando tu espalda)

"AZUL"

Tengo los labios ardiendo de tu escapada en fascículos, del escritorio azul de mi cuarto, de mi armario; de un, dos, tres, notas y fuera; todo. Tengo....
Y tengo tus manos aún en mi cuello como un suicidio lento... o dentro...

Por tener todo esto aún queda.
La imaginación te trae otra vez en formas diversas.
Déjame pensarte y dibujar tu mirada rápida, a contrareloj

Como pista, tu olor en mis manos, olor nuevo -a medias- tu jersey azul nuevo -a medias- y tus historias de cuento... a la mitad siempre.
Las anédotas de los días al otro lado del camino, tu vuelta, reencuentro...


"CANCIONES"

Tengo todavía en mis manos las ganas de cogerte con vicio, los retorcijones de risa en el edredón de espuma de café, y las canciones de ferreiro y q. gonzález resonando en los oídos.
Ni dejamos acabar las canciones, ni las listas, ni los nombres, ni las personas, ni las calles, nada parece tener principio o fin. Sólo suena y vuelve a temperatura diversa.
Me pierdo cada día descubriendo mapas nuevos...
París... Pero sí Budapest, o Praga... tú eliges

Te, te, te... yo quiero todo contigo

Todo - Iván Ferreiro y Pereza


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jueves, diciembre 08, 2005


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Fragmento de "EN LOS DÍAS DE LLUVIA"
--Luis García Montero --

... o las noches de lluvia nos confirman
que la vida, posiblemente hermosa,
no siempre es un asunto disponible
y que a veces resulta incluso mucha,
temible como ahora,
mientras que tengo miedo de besarte al azar.

Lo sé. Hemos sido extranjeros
hablándonos por señas demasiado cercanas,
ansiosos en las calles
de una nueva ciudad,
esperando tal vez que nos fotografíen
delante de este amor y de sus cicatrices,
eso que confundimos con nuestros sentimientos
o acaso
-en noches de locura-
con una sensación de humedad en los ojos.

Pero en pocas palabras se resumen
casi todos los días...


nos sobran los motivos

Deja pasar el tiempo, los días, las horas; deja volar los minutos entre miradas-sobre, y por, según... preposiciones y proposiciones sin palabras ni orden. Aprende a aprender deprisa, y despacio, empapándose de todas las cosas que le van a hacer feliz.
Plasma, deja, repasa, re-mezcla, retoca, revierte, puntea, marca, crea, desdibuja, modela... y mucho más allá de todas las cosas que puede aprehender, están las ganas de cogerlo todo para sí. Por cómo sonríe cuando aprende y aprehende; el vagón se llena de luz, y cae agua por el pelo porque llueve fuera, y la habitación reluce, sus ojos irradian días, horas, minutos...
Aunque sólo sea porque cuenta qué y cómo ha repicado la lluvia en el tejado de cristal a dos aguas, o porque adivinó que llovería, o porque pidió té con lima en el imperfecto... y seguía lloviendo a la búsqueda de un portal… Bajo un soportal, o de un cuadrilátero perfecto, por una plaza mayor de madrugada… hace ya… tiempo incierto.
O porque asume belleza en todo lo que aparece así, imperfecto. Porque es inevitable y porque nos sobran los motivos, y porque se atrevió con los diecinueve versionados de As Ferreiro...


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domingo, diciembre 04, 2005


TRES

No es que sean las 3, pero es la excusa...

No es madugada siempre, cuando a ella le da un tirón en el puente del pie, o cuando él contrae la cadera y tiembla, -como la primera vez de todo y la tercera del día-

...de cualquier cosa, es igual, el 3 sólo es la excusa; y nosotros entre manos en forma de agujas de reloj, acortamos el desencanto, alargamos las despedidas, abrazamos las sonrisas entre fruta dulce hecha postre... Que podría perfectamente ser... la excusa

Oprime con fuerza su mano cuando hace frío, o calor, y le sudan los dedos entelazados a aquella mano, quizá para derretir más-de-dos-te-quiero seguidos deshechos como terrones en café;

y se esfuerza por creer que han de pasar cosas más allá de ellos dos, por querer congelar lo de dentro y lo de fuera, lo que llega, y lo que se queda... sin perder forma.

Algo más que hojas caídas, hojas volantes como panfletos que inician la revolución de las estaciones, y esas mismas paradas, precisamente las cogen prestadas como excusa para no perderse por el camino, haciendo suyos los pasillos de intercambiadores de más de 3 líneas

por los que se pierden las siluetas que sonríen a marquesinas de papel...

Tararea canciones sobre su cama... sólo son dos, nunca tres, y nunca hay excusa para ser...


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viernes, diciembre 02, 2005


gracias al foro de minkowski

No os perdáis esta entrada: Pertenece al Laboratorio Ñ... Nada más! Corto y cambio