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lunes, abril 07, 2008


Retazos y otros cristales



Cuando la luz es incómoda, pero de puntillas, a veces vuelvo al andén...


Me gusta mirar de lejos, y susurrarle a las vías, aunque sé que nadie escuchará lo que tenga que decir, bien porque a nadie le importe, o porque las prisas ya sólo hacen oídos sordos.

Yo soñé hace mucho con noches tristes y otras tantas, te recordé. Últimamente no te recuerdo mucho, ni siquiera recuerdo tu cumpleaños... Y sin embargo te busco en fotos de plástico.

Me acuerdo de aquella terraza enorme con un butacón en medio. Las canciones. Recuerdo mirar el firmamento y saberme de memoria los edificios... y el Capitolio. A veces nos veo de espaldas, como la chica en la ventana al óleo pero emborronada y acompañada sobre barrotes en vez de marcos.

Y sin embargo, creo que puedo inventarme marcos mucho más activos e inusuales. Porque los recreo y los invento, porque tienen la luz de las farolas cuando el autobús llegaba... por fin. En la estación oí tres voces, o cuatro llantos, y dejé de escuchar las olas cuando gritaste mi nombre...

Todo quedó parado. El mar en calma. La noche a oscuras.

Y ahí estábamos, mientras todos miraban, esperaban, contaban historias de futuro. Ahí estábamos nosotros... sin ropa y con el monstruo en el estómago.
Agarrada por las piernas, arañada por tus manos, cicatrizando con la espuma ... y mientras tanto; el tiempo parado, congelado, amaneciendo sin darnos cuenta...

Y oímos risas, y oímos voces... y nos escuchamos a nosotros mismos con los ojos cerrados y los labios sellados. Necesitando aquello. Y yo a veces vuelvo a la misma estación.

Por si te acuerdas de lo que te gustaba verme ver pasar la vida por los raíles y te da por acordarte de que me quisiste