

No sé si me gusta mi letra cuando me presenta rota. Rota y helada, afónica de gritarle al suelo que no me gustan sus maneras cuando se queja de no haber nacido techo. No sé si me gusta mi vida cuando se complica en ramas-minucia por gente que duele si calla motivos que desconozco. Son demasiadas partidas acabadas en ficticias tablas, que no se cree nadie. Yo menos que nadie, y nadie...
Hoy me levanté y tenía 15 años. Quizá fue ayer y yo no me acuerdo porque no me despertó Tina hoy. Otra vez -por fin- vuelve a trabajar y está guapa con el jersey nuevo de franjas rosa fucsia y blancas. Es guapa. Es innegable que no soy objetiva, pero lo es siempre cuando sonríe y cuenta que los distintos tipos de queso lo son porque usan leche de animales diferentes, "y de pantera también"; y Javier y yo nos morimos de risa. Con eso y con Ricardo Castella, a recomendación del samurai, que se ríe y se le doblan las comisuras de los labios en varias veces; hacen surcos en sus mejillas cerca de los labios, como ondas de agua en un canal precioso en el que alguien dejó caer un lapicero que flotaba, pero que no recuperará jamás. Es triste porque el lapicero no volverá a escribir nunca más, a no ser que lo rescate noviembre, de habitación contigua, y portazos más crueles que sus ojos enormes
Se respira silencio. Estaba cansada de inventarse calendarios. De empezar agendas, de desordenar las horas del día gastándolas como servilletas de papel, o como kleenex de olor a menta. Bueno, con éstos era algo más benevolente, porque olían bien, y duraban mucho más que el resto.
Visitó ciudades con distintos nombres, y te lo contó, a distinta luz y temperatura y C. alabó que lo definiera así. En ocasiones, quiso por la tilde, desquiso por el vuelo, olvidó porque así son las cosas. Es triste, pero en fin, también es como se vive distinto y se acumulan vivencias. Deshizo y se descosió. Había descreído en varias jornadas y había arrancado de raíz con semi-éxito. Y sólo le salía escribir/te a veces, sin latitud y por el mareo del calendario.
En el barrio de Bellville está la sede del partido comunista. Lo especial del edificio... bueno, en realidad son varias cosas. Una es cómo se junta el suelo con las paredes de la fachada. Es impresionante. También está la cúpula blanca que baja hasta abajo, y se forma una impresionantísima sala de conferencias.... materiales diversos, formas complejas, en un barrio sucio que poco honor hace al nombre y que se completa con videoclubs y restaurantes chinos, tiendas de carne que esconden mataderos clandestinos de cadáveres sin alma (olvidada en cualquier parada de metro, debajo de 3 sillas de plástico naranja, durmiendo con una botella bajo el brazo...) Y entre las avenidas y las calles que suben y bajan, aparece la calle de Camus... y una preciosa plaza que continúa unos bancos de piedras preciosas y especiales, que dan la entrada a un sitio mágico donde juegan niños, y que continúa con una serie de arcos que serpentean; abrazados con ansia y dejadez por ramas secas que se dejan ver sin ropa y con escarcha... que nos dejan que pasemos por delante, y suben varios metros del suelo, muchos más metros de a lo que nos tienen acostumbrados este tipo de arcos... y éste además acaba en el canal de st martin, el puente donde amelie tiraba piedras y donde hay un precioso café donde tomamos chocolate caliente, y donde te guardo la almendra de chocolate que nos dejan junto al azúcar. Con la de hoy, van tres...