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lunes, mayo 29, 2006


ventana alfredo marqueríe, 5

de vuelta, de vuelta...


He vuelto en mí después de estar contigo. De regalarte sonrisas y medio lágrimas, de dedicarte paseos y tiempo, manos y sonrisas a medias, y enteras.
He vuelto de despertarme contigo, he vuelto de ti y sigo contigo.
He olvidado todas las formas posibles de querer, reducidas a una sola cada día matizada.

He olvidado cómo son nuestros ojos cuando no sonreían, y por olvidar, he querido olvidar cada palabra mal explicada, y cada rato en que sudabas, temblando sin frío, recuerdos de asfixia, colores sin tono, noches sin explicación.
Hoy me desperté contigo, seguías durmiendo, y me agarraste... me quedé así un rato, pidiendo, que a pesar del calor del día, no te separaras; a pesar de los tacones de ahí fuera, no te despertaras, y que a pesar de todo lo que no habíamos llorado antes, no me soltaras.

Me quedé mirando el patio, y sus ventanas; me quedé imaginando historias aún no contadas. De patios, de puertas, de gatos. Historias de cuarto. De cuatro paredes y lazos. De enredos y desengaños. De encantos. De desandares y letargos...
Imaginando cómo sería todo si consiguiera convencerte de que el azul: es bonito, y el azul de verano rezuma días grandes, de risas enormes y noches de música y corrientes de aire, escaso, de terrazas por tu barrio... Ese que tanto andé sin encontrarte. He vuelto de Lavapiés y sigo mirándote, sigo pensándote, sigo segura, sigo esperándote.

Desde el norte, te veo entre las nubes que podríamos mirar juntos si no anduvieras entre humo y gente, entre cristales abiertos, siempre. En el viento que separa las ramas, y sus hojas; en ese que mueve el pelo, y no lo estanca, como el calor del centro. Siempre tengo el corazón a medias, siempre entre la sierra y la ciudad, y sin embargo... Hoy me doy cuenta que quiero seguir viviendo contigo.

Pero que no podría alejarme del norte. Mucha gente dice que vivir en Madrid es agobiarse. Que las ciudades con playa siempre tienen final, siempre tienen un punto en el que ahogar, como si se tratara del río de Roma, todo lo malo. Madrid no tiene escapatoria. Por eso vivo arriba, para salir corriendo, para escaparme, para perderme en verde.

Y sin embargo, en esta retahíla de frases inconclusas, como prefacio de mi vuelta... Sigo repitiéndote que te quiero. En cada letra, en cada estado, en cada forma, y en cada paso.


5 Comments:

Blogger alZhu dijo...

Qué linda eres cuando vuelves y te quedas y sueltas esas palabras.

Yo quiero darte un abrazo.

martes, mayo 30, 2006 7:20:00 a. m.  
Blogger Sansara dijo...

Vivir en Madrid es agobiarse. Y a ti y a mí que hemos crecido con esa misma panorámica de fondo, nos cuesta más sustituir maliciosas y pedrizas por farolas...

En cualquier caso, bienvenida de vuelta. Hay un café humeante en algún lugar que espera que por fin nos sentemos a disfrutarlo... ;))

martes, mayo 30, 2006 9:56:00 a. m.  
Blogger no_se_es dijo...

es difícil dejar de ser de un lugar.. hay demasiadas cosas que se echan de menos en los silencios del otro lugar.
un abrazo.
pd: muy bonita la foto.

martes, mayo 30, 2006 5:56:00 p. m.  
Blogger E dijo...

Allá vamos a atraparnos cerca de ti, cerca de vosotros. Y con muchas ganas.

Abrazos y besos, pequeña polar.

miércoles, mayo 31, 2006 5:21:00 p. m.  
Blogger pqueno dijo...

Desde el norte, te veo entre las nubes que podríamos mirar juntos si no anduvieras entre humo y gente, entre cristales abiertos, siempre. En el viento que separa las ramas, y sus hojas; en ese que mueve el pelo, y no lo estanca, como el calor del centro. Siempre tengo el corazón a medias, siempre entre la sierra y la ciudad, y sin embargo... Hoy me doy cuenta que quiero seguir viviendo contigo.

algo así es como se ve el mundo desde el norte

abrazos prima (desde el norte), y feliz vuelta

miércoles, mayo 31, 2006 5:26:00 p. m.  

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