Esta noche avanzo que tengo los labios cortados por el frío.
Estoy ansiosa por escribir, por contar cosas con la mente limpia de apuntes. Realmente admiro que muchas páginas se llenen de letras en estos días, yo no puedo, os leo, pero yo no puedo pensar. Sé que me lamento en exceso, pero cuando mañana suelte toda esta parafernalia respiraré más a gusto. Porque estoy totalmente absorbida por la cosa esta llena de letras que llaman apuntes de d.s.i.
Pero hoy, en mi escapada fugaz a otro examen, creo que hice algo bueno, algo bueno por los andenes, por las calles llenas de luz y por las llamadas recibidas. Ah, además, creo que puedo seguir adelante en mi micromundo germano de Goethe, así que... Decía que me sangran los labios del frío que hace en Madrid estos días. Y lo que más me preocupa es lo mucho que me estoy preocupando de mí, lo notáis, lo noto yo.
Mañana más... bueno, quizá. Hoy doy poco de mí, a sabiendas, pero prometo compensar en adelante. ¡Por lo menos con instantáneas preciosas de la ciudad de las luces a mi vuelta el 5, o durante mi estancia!
Y prometo volver a sentir por detalles, en fijarme en el resto deslumbrante de las pequeñas cosas y las grandes sombras. Porque me preocupa.
Soy consciente de esta pérdida de matices, de esta alienación, del dejar ir los detalles de cada -dos o tres- instantes, y creo que debiera haber tiempo para todo... Compensaré en medida grande, para hacer otro contraste, prometo volver a escribir como antes. Porque no me gusta lo vacío que está todo cuando no lo hago. Algo me impulsa a publicar vacíos, daguerrotipos de mi esencia aplastada y reducida a un taco de DIN a-4... Y me vacía cuando vuelvo buscando algo que no tengo. Hoy no...
Pero todo en realidad, sigo pensando en ti cuando el 27 me lleva desde el Instituto a Recoletos, y paso por Colón y por la Biblioteca Nacional. Es justo en el trayecto de la parada del 27 en Colón, la segunda, hasta la boca de cercanías de la Biblioteca, es justo ahí el único momento que valoro. Pero no me fijo tampoco en los transeúntes. Tampoco antes, en realidad. Pero me gusta, y sabes por qué? Porque hoy, cuando no pienso en nada ni en nadie, sólo en mí y en mi profesora de d.s.i, y en mis apuntes, y en los subrayados de colores, he caído en la cuenta de que siempre que golpeo con las suelas ese tramo semiajardinado, suenan los planetas. Y siempre, desde que te conocí, y justo el día en que te vi allí por primera vez, suenan ellos en mi reproductor verde
Estoy ansiosa por escribir, por contar cosas con la mente limpia de apuntes. Realmente admiro que muchas páginas se llenen de letras en estos días, yo no puedo, os leo, pero yo no puedo pensar. Sé que me lamento en exceso, pero cuando mañana suelte toda esta parafernalia respiraré más a gusto. Porque estoy totalmente absorbida por la cosa esta llena de letras que llaman apuntes de d.s.i.
Pero hoy, en mi escapada fugaz a otro examen, creo que hice algo bueno, algo bueno por los andenes, por las calles llenas de luz y por las llamadas recibidas. Ah, además, creo que puedo seguir adelante en mi micromundo germano de Goethe, así que... Decía que me sangran los labios del frío que hace en Madrid estos días. Y lo que más me preocupa es lo mucho que me estoy preocupando de mí, lo notáis, lo noto yo.
Mañana más... bueno, quizá. Hoy doy poco de mí, a sabiendas, pero prometo compensar en adelante. ¡Por lo menos con instantáneas preciosas de la ciudad de las luces a mi vuelta el 5, o durante mi estancia!
Y prometo volver a sentir por detalles, en fijarme en el resto deslumbrante de las pequeñas cosas y las grandes sombras. Porque me preocupa.
Soy consciente de esta pérdida de matices, de esta alienación, del dejar ir los detalles de cada -dos o tres- instantes, y creo que debiera haber tiempo para todo... Compensaré en medida grande, para hacer otro contraste, prometo volver a escribir como antes. Porque no me gusta lo vacío que está todo cuando no lo hago. Algo me impulsa a publicar vacíos, daguerrotipos de mi esencia aplastada y reducida a un taco de DIN a-4... Y me vacía cuando vuelvo buscando algo que no tengo. Hoy no...
Pero todo en realidad, sigo pensando en ti cuando el 27 me lleva desde el Instituto a Recoletos, y paso por Colón y por la Biblioteca Nacional. Es justo en el trayecto de la parada del 27 en Colón, la segunda, hasta la boca de cercanías de la Biblioteca, es justo ahí el único momento que valoro. Pero no me fijo tampoco en los transeúntes. Tampoco antes, en realidad. Pero me gusta, y sabes por qué? Porque hoy, cuando no pienso en nada ni en nadie, sólo en mí y en mi profesora de d.s.i, y en mis apuntes, y en los subrayados de colores, he caído en la cuenta de que siempre que golpeo con las suelas ese tramo semiajardinado, suenan los planetas. Y siempre, desde que te conocí, y justo el día en que te vi allí por primera vez, suenan ellos en mi reproductor verde
2 Comments:
lindo fragmento de realidad...a pesar de estos pesados días de agobio...q no se nos acabe la magia
animo y suerte, amiga!!
abrazos elípticos desde el invierno
Qué linda eres.
Yo también quiero leerte siempre necesito leerte siempre pienso leerte siempre tengo que leerte siempre añoro leerte siempre adoro leerte ansío siempre leerte.
Y esa ciudad nos golpeará en la espina inspiracional ;)
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